Hace 10 días estuve en un encuentro titulado "Claus per la reconstrucción Cultural". Estaba organizado por la Fundación Societat i Progrés que, por si alguien no lo sabe, es del PSOE. Me llegó un mail, leí los nombres de los ponentes, entre ellos el de Pau Rausell, y me dije “Ana, ahí tienes que ir, seguro que dicen cosas sensatas”. Y allá que me apunté y allá que me fui. Como gestora cultural independiente, y gratis que era el evento, no dudé en que era un encuentro al que tenía que acudir. Era en Valencia y así de paso visitaba a mi madre.
Durante los dos días, escuché muchas cosas interesantes y en general, me gustó asistir. Me sentí a gusto y aprendí algunas casas que desconocía. Sólo por esto, ya valió la pena la experiencia. El encuentro se dividió en cinco mesas: 1- Instituciones Públicas y Cultura 2- Sector público y Sector privado. Cultura y Financiación 3- Cultura y Ciudadanía 4- Cultura, Educación y Nuevas Tecnologías 5- Ámbitos territoriales de la cultura |
La mesa 1 me la perdí por unos mareos que me entraron conduciendo y que me hicieron volverme al pueblo. Pero, pude coger el tren de las 13h y llegar bien a la mesa 2. De ésta me quedo con la ponencia de Fátima Anllo, quien expuso las conclusiones de un estudio realizado por el Observatorio de Creación y Cultura Independientes, el cual dirige, y que dibujaba el mapa real de la situación de las artes escénicas en España. De las artes escénicas independientes, de las que mal viven con subvenciones (vivían), taquillas, sudor y lágrimas. Las que sobreviven en precario. Pena que no podamos seguir el trabajo de esta profesora, ni del Observatorio que dirige, por no tener portal web. El caso es que en la mesa escuché diferentes sectores culturales hablando de la precariedad y lo mal que están las cosas, pero no vislumbré nuevos modelos, nuevas formas, nuevos pensamiento en cuanto a cómo financiar la cultura, ni de cómo hacer que el sector público no demonice al privado, ni el privado utilice al público únicamente para enriquecerse.
La mesa 3, llegó para hablar de la relación entre cultura y ciudadanía, como pudieron ser ejemplo de ello las plataformas “Salvem el Cabanyal” o “Russafart”, que de sobra sabemos los valenciano son proyectos nacidos de la ciudadanía, como estrategia para dinamizar dos barrios diferentes a través de la cultura. Había también en la mesa un filósofo, al que me encantó escuchar, pues decía cosas bonitas. Bonitas para alguien que sueña que algún día la cultura y la educación serán el eje central de toda política, claro. Decía cosas como que la cultura es un bien primario, es un derecho, etc… Bonito ¿verdad? Aunque es algo que leyendo la web de UNESCO, la carta de los DDHH y la Constitución Española, podemos saber. También escuché a una concejala, de no sé qué ayuntamiento, de no sé qué partido político, de no sé qué concejalía. Me gustó mucho que en su pueblo (de muy poquitos habitantes) se haya podido organizar un festival de teatro de calle, donde los artistas no cobran pero les sale trabajo, porque vienen programadores. Pensé que en tiempos de escasez, está bien que los ayuntamientos hagan algo por los artistas. Ahora bien, esto lo dijo después de reconocer que le jodía que se descargasen su libro de manera ilegal, es decir, gratis. Así pues, estamos ante un caso en el que la ciudadanía tiene acceso al consumo de teatro subvencionado por los artistas, no por la administración, si no por los artistas. Un pueblo que consume cultura gracias a las compañías de teatro.
La mesa 3, llegó para hablar de la relación entre cultura y ciudadanía, como pudieron ser ejemplo de ello las plataformas “Salvem el Cabanyal” o “Russafart”, que de sobra sabemos los valenciano son proyectos nacidos de la ciudadanía, como estrategia para dinamizar dos barrios diferentes a través de la cultura. Había también en la mesa un filósofo, al que me encantó escuchar, pues decía cosas bonitas. Bonitas para alguien que sueña que algún día la cultura y la educación serán el eje central de toda política, claro. Decía cosas como que la cultura es un bien primario, es un derecho, etc… Bonito ¿verdad? Aunque es algo que leyendo la web de UNESCO, la carta de los DDHH y la Constitución Española, podemos saber. También escuché a una concejala, de no sé qué ayuntamiento, de no sé qué partido político, de no sé qué concejalía. Me gustó mucho que en su pueblo (de muy poquitos habitantes) se haya podido organizar un festival de teatro de calle, donde los artistas no cobran pero les sale trabajo, porque vienen programadores. Pensé que en tiempos de escasez, está bien que los ayuntamientos hagan algo por los artistas. Ahora bien, esto lo dijo después de reconocer que le jodía que se descargasen su libro de manera ilegal, es decir, gratis. Así pues, estamos ante un caso en el que la ciudadanía tiene acceso al consumo de teatro subvencionado por los artistas, no por la administración, si no por los artistas. Un pueblo que consume cultura gracias a las compañías de teatro.
Y a mí se me ocurrió mi propia respuesta: Yo les pediría que cuando voy a hablar con ellos sepan de lo que les estoy hablando. Que formen a los políticos responsables de la cultura, pero no sólo en política cultural, si no en política en sí misma (esto no lo dije, pero tenía que haberlo dicho). Sí, pedí el micro, y respirando profundamente me atreví a decirlo. Aplausos. Alguien más se sentía identificado con lo que acababa de decir. Qué tontería, algo tan sencillo. El caso es que llegó la mesa 4. Lo de las nuevas tecnologías me llama poderosamente la atención, como Community Manager que soy. Empezó a hablar un señor de Madrid que me estaba encantando. Situó la educación, situó la cultura y definió al alumno protésico. Aquél que llega al aula con la tecnología incorporada (los nativos digitales –o casi-). Estaba diciendo algo muy inspirador y además desde el sentido del humor. De repente, el moderador se creyó que estaba en una tertulia sesuda de las de la 2, le interrumpió y lanzó una pregunta al Ministro Gabilondo. Coitus Interruptus. El mismo Ángel, se quedó un poco sin saber cómo actuar porque el formato era otro. Sinisterra también intervino. Al de Madrid no le volvieron a dar paso para acabar su mapa del humor que tanto me estaba gustando y a la chica, pues… no la dejaron casi intervenir. Me mosqueé un poco. Sin embargo descubrí a un Gabilondo cachondo. Me reí mucho. Bueno, yo y la sala. Nos reímos porque era gracioso lo que decía. Gracioso y bonito, como la intervención del anterior filósofo. Será cosa de filósofos. Pero ni educación, ni cultura ni mucho menos nuevas tecnologías. En honor a la verdad, he de decir que la mesa fue muy interesante y se dijeron cosas como que
- la especialización en educación es como la mutilación, una persona especializada es una persona modelada (¿al gusto de quién? Pregunto yo);
- que la existencia de algo tenga sentido, no debe depender de su utilidad;
- que vivimos en la sociedad del descuido y que una forma de descuido es hacer acopio de conocimiento, pero que el conocimiento sin valores ni competencias, no sirve pá ná, etc.
Y llegó la mesa 5, donde estaba ese profesor por el cual me había embarcado en este viaje de dos días. Y de hecho, fue lo más interesante de la tarde. Resumidamente, el Dr. Pau Rausell dijo que es un derecho emocionarse, sentir, participar, compartir a través de las expresiones artísticas (así entiende él el acceso a la cultura); que cada uno individual y colectivamente tiene derecho a construir su identidad (esto es la cultura); |
que la consecución de todos estos derechos pueden ser estrategias para conseguir otros objetivos económico. Así, puso sobre el tapete un proyecto europeo que en el que hay millones de euros esperando a ser solicitados por parte de las administraciones públicas, para ser gastados en estrategias de desarrollo a través de la cultura y las industrias creativas.
No entiendo por qué no puedo presentar yo mi Slow Music Fest. Mi proyecto cultural que reivindica la cultura como herramienta de desarrollo económico y social. Ahí lo dejo.
Conclusión. Que no hay conclusiones. Que era un encuentro y chimpún. No quisieron hacer conclusiones. Ni mucho menos adquirir compromisos. Se escucharon los unos a los otros, se aplaudieron mutuamente. Se reconocieron como los estandartes de la cultura y chimpún. Y yo me volví al pueblo, a soñar con que algún día podré vivir de desarrollar proyectos culturales que hagan vibrar a la población. Creo que el PSOE desarrollará su programa cultural en base a este encuentro. Ojalá. Pero espero que escucharan esa frase con la que el profesor Rausell iniciaba su ponencia: La política cultural no debe dirigirse a los sectores culturales, si no a ciudadanía.
No entiendo por qué no puedo presentar yo mi Slow Music Fest. Mi proyecto cultural que reivindica la cultura como herramienta de desarrollo económico y social. Ahí lo dejo.
Conclusión. Que no hay conclusiones. Que era un encuentro y chimpún. No quisieron hacer conclusiones. Ni mucho menos adquirir compromisos. Se escucharon los unos a los otros, se aplaudieron mutuamente. Se reconocieron como los estandartes de la cultura y chimpún. Y yo me volví al pueblo, a soñar con que algún día podré vivir de desarrollar proyectos culturales que hagan vibrar a la población. Creo que el PSOE desarrollará su programa cultural en base a este encuentro. Ojalá. Pero espero que escucharan esa frase con la que el profesor Rausell iniciaba su ponencia: La política cultural no debe dirigirse a los sectores culturales, si no a ciudadanía.